El Hígado de Pato o Foie Gras es sinónimo de placer del paladar. Generaciones de gastrónomos le consagraron Príncipe de los Manjares. Posee el grano impalpable de la mantequilla fresca y su untuosidad hace que se deslice en la lengua. Pide prestado a la avellana su sabor de otoño y conserva de la tierra los más sutiles aromas. El Foie es para hechizar, no para saciar, una tentación golosa que no arruina ni la sangre ni el humor.
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